jueves, 22 de enero de 2009

San Manuel Bueno , Mártir

1ªParte:

-Es la presentación del narrador:Ángela Carbonillo ,del cura :San Manuel Bueno ,Martir,El pueblo :Valverde de Lucerna esta junto al lago , Su hermano :Lázaro

2ªParte:

-Presentación de Don Manuel
Forma:Por medio de pequeños momentos de sus acciones
Don Manuel no puede para de hacer cosas
No quiere estar solo por que oculta algo.

3ªParte:

-Edad :16 años
Vuelta al pueblo , lo llamo monasterio con su abad Don Manuel.
Relación con Don Manuel su confesor y en cierto modo se enamora de el .

4ª Parte:

-Edad:24 años.Vuelta del hermano Lázaro , muerte de la madre ,acercamiento de Lázaro a Don Manuel.Desvela el secreto de Don Manuel "No cree"pero se comprta como modelo cristiano .

5ª Parte:

-Transición del relato confesión Ángela-Manuel
transgresión -el confesor es Ángela.

6ª Parte:

-Conocimiento mas profundo del secreto de Don Manuel por parte de Lazaro la idea del suicidio y el vicio existencial

7ª Parte:

-Últimos días de Don Manuel.Las dudas de el mas las dudas de ella .

8ª Parte:

-Muerte de Don Manuel en la iglesia y a la vez la de Basilio (el bobo)


9ª Parte:

-Muerte de Lázaro ,irreflexión de lázaro sobre Don Manuel

10ª Parte:

-Memorias de Ángela :Proceso de beatificacion de Don Manuel
Aparición del autor :Literatura dentro de literatura.


1.1 Manuel: Es una persona que no cree en Dios pero lo oculta para dar animo a la gente
Angela:Es una chica que a salido del convento que es creyente pero en el relato acaba descubriendo que Don Manuel no cree .
Lazaro:Un hombre que no cree y se da cuenta de que Don Manuel oculta algo y acaba descubriendolo .

1.2 El texto nos plantea una reflexion sobre la creencia y la no creencia .Lo que nos preguntamos al acabar el relato es si no cree Don Manuel ¿por que es a cura?

investigacion:

2.Biografia :

Miguel de Unamuno:

En 1888, se presentó a la cátedra de psicología, lógica y ética del Instituto de Bilbao convocadas por la Diputación de Vizcaya, junto con Sabino Arana y el novelista y folclorista Resurrección María de Azkue, adjudicándose la plaza éste último.

Polemizó con Arana, que iniciaba su actividad nacionalista, ya que consideraba a Unamuno como vasco pero "españolista" debido a que Unamuno, que ya había escrito algunas obras en euskera, consideraba que ese idioma estaba próximo a desaparecer y que el bilingüismo no era posible. "El vascuence y el castellano son incompatibles dígase lo que se quiera, y si caben individuos no caben pueblos bilingües. Es éste de la bilingüidad un estado transitorio" [1]

En 1889 prepara otras oposiciones y viaja a Suiza, Italia y Francia, donde se celebra la Exposición Universal y se inagura torre Eiffel.

El 31 de enero de 1891 se casa con Concha Lizárraga, de la que estaba enamorado desde niño. Pasa los meses invernales dedicado a la preparación de unas oposiciones para una cátedra de Griego en la Universidad de Salamanca, la cual obtiene. Con motivo de estas oposiciones, entabla amistad con el granadino Ángel Ganivet, amistad que se irá intensificando hasta el suicidio de aquél en 1898. En 1901 es nombrado rector de la Universidad de Salamanca.

El 11 de octubre de 1894 ingresa en la Agrupación Socialista de Bilbao y colabora en el semanario "Lucha de clases" de esta ciudad, abandonando el partido socialista en 1897 y sufre una gran depresión personal.

En 1914 el ministro de Instrucción Pública lo destituye del rectorado por razones políticas, convirtiéndose Unamuno en mártir de la oposición liberal. En 1920 es elegido por sus compañeros decano de la Facultad de Filosofía y Letras. Es condenado a dieciséis años de prisión por injurias al Rey, pero la sentencia no llegó a cumplirse. En 1921 es nombrado vicerrector. Sus constantes ataques al rey y al dictador Primo de Rivera hacen que éste lo destituya nuevamente y lo destierre a Fuerteventura en febrero de 1924. El 9 de julio es indultado, pero él se destierra voluntariamente a Francia; primero a París y, al poco tiempo, a Hendaya, en el País Vasco francés, hasta el año 1930, año en el que cae el régimen de Primo de Rivera. A su vuelta a Salamanca, entró en la ciudad con un recibimiento apoteósico.

Miguel de Unamuno se presenta candidato a concejal por la conjunción republicano-socialista para las elecciones del 12 de abril de 1931, resultando elegido. Unamuno proclama el 14 de abril la República en Salamanca. Desde el balcón del ayuntamiento, el filósofo declara que comienza "una nueva era y termina una dinastía que nos ha empobrecido, envilecido y entontecido". La República le repone en el cargo de Rector de la Universidad salmantina. Se presenta a las elecciones a Cortes y es elegido diputado como independiente por la candidatura de la conjunción republicano-socialista en Salamanca. Sin embargo, el escritor e intelectual, que en 1931 había dicho que él había contribuido más que ningún otro español —con su pluma, con su oposición al rey y al dictador, con su exilio...— al advenimiento de la República, empieza a desencantarse. En 1933 decide no presentarse a la reelección. Al año siguiente se jubila de su actividad docente y es nombrado Rector vitalicio, a título honorífico, de la Universidad de Salamanca, que crea una cátedra con su nombre. En 1935 es nombrado ciudadano de honor de la República. Fruto de su desencanto, expresa públicamente sus críticas a la reforma agraria, la política religiosa, la clase política, el gobierno, Azaña.[1]
Universidad de Salamanca, de la que Unamuno fue rector

Al iniciarse la guerra civil, apoyó inicialmente a los rebeldes. Unamuno quiso ver en los militares alzados a un conjunto de regeneracionistas autoritarios dispuestos a encauzar la deriva del país. Cuando el 19 de julio la práctica totalidad del consistorio salmantino es destituida por las nuevas autoridades y sustituida por personas adictas, Unamuno acepta el acta de concejal que le ofrece el nuevo alcalde, el comandante del Valle. En el verano de 1936 hace un llamamiento a los intelectuales europeos para que apoyen a los sublevados, declarando que representaban la defensa de la civilización occidental y de la tradición cristiana, lo que causa tristeza y horror en el mundo, según el historiador Fernando García de Cortázar.[1] Azaña lo destituye, pero el gobierno de Burgos le repone de nuevo en el cargo. Sin embargo, el entusiasmo por la sublevación pronto se torna en desengaño, especialmente ante el cariz que toma la represión en Salamanca. En sus bolsillos se amontonan las cartas de mujeres de amigos, conocidos y desconocidos, que le piden que interceda por sus maridos encarcelados, torturados y fusilados. A finales de julio, sus amigos salmantinos, Prieto Carrasco, alcalde republicano de Salamanca y José Andrés y Manso, diputado socialista, habían sido asesinados, así como su alumno predilecto y rector de la Universidad de Granada, Salvador Vila. En la cárcel se hallaban recluidos sus íntimos amigos el doctor Filiberto Villalobos y el periodista José Sánchez Gómez, éste a la espera de ser fusilado. Su también amigo, el pastor de la Iglesia anglicana y masón Atilano Coco, estaba amenazado de muerte y de hecho fue fusilado en diciembre de 1936. A principios de octubre, Unamuno visitó a Franco en el palacio episcopal para suplicar inútilmente clemencia para sus amigos presos.[2]

Unamuno se arrepintió públicamente de su apoyo a la sublevación. Durante el acto de apertura del curso académico (que concidía con la celebración de la "Fiesta de la Raza") el 12 de octubre de 1936, en el Paraninfo de la Universidad. Varios oradores soltaron tópicos acerca de la "anti-España". Un indignado Unamuno, que había estado tomando apuntes sin intención de hablar, se puso de pie y pronunció un apasionado discurso. "Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización cristiana; yo mismo lo hice otras veces. Pero no, la nuestra es sólo una guerra incivil. (...) Vencer no es convencer, y hay que convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión. Se ha hablado también de catalanes y vascos, llamándolos anti-España; pues bien, con la misma razón pueden ellos decir otro tanto. Y aquí está el señor obispo, catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer, y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española, que no sabéis...".

En ese punto, el general José Millán-Astray (el cual sentía una profunda enemistad por Unamuno, que le había acusado inopinadamente de corrupción), empezó a gritar: "¿Puedo hablar? ¿Puedo hablar?". Su escolta presentó armas y alguien del público gritó:¡Viva la muerte!". En lo que, según Ridruejo, fue un exhibicionismo fríamente calculado, Millán habló: "¡Cataluña y el País Vasco, el País Vasco y Cataluña, son dos cánceres en el cuerpo de la nación! ¡El fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí!". Se excitó sobremanera hasta tal punto que no pudo seguir hablando. Resollando, se cuadró mientras se oían gritos de "¡viva España!". Se produjo un silencio mortal y unas miradas angustiadas se volvieron hacia Unamuno que dijo: "Acabo de oír el grito necrófilo e insensato de ’¡viva la muerte!’. Esto me suena lo mismo que, ¡muera la vida!’. Y yo, que he pasado toda la vida creando paradojas que provocaron el enojo de quienes no las comprendieron, he de deciros, con autoridad en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. Puesto que fue proclamada en homenaje al último orador, entiendo que fue dirigida a él, si bien de una forma excesiva y tortuosa, como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte. ¡Y otra cosa! El general Millán Astray es un inválido. No es preciso decirlo en un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no sirven como norma. Desgraciadamente, hay hoy en día demasiados inválidos. Y pronto habrá más si Dios no nos ayuda. Me duele pensar que el general Míllán Astray pueda dictar las normas de psicología de las masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era un hombre, no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como dije, que carezca de esa superioridad de espíritu suele sentirse aliviado viendo cómo aumenta el número de mutilados alrededor de él. (... ) El general Millán Astray quisiera crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por ello desearía una España mutilada...

Furioso, Millán gritó: "¡Muera la inteligencia!". En un intento de calmar los ánimos, el poeta José María Pemán exclamó: "¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!". Unamuno no se amilanó y concluyó: "¡Éste es el templo de la inteligencia! ¡Y yo soy su supremo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España".

La esposa de Franco, Carmen Polo, toma del brazo a don Miguel y le acompaña a su casa, rodeados de su guardia personal[3] lo que evita que el incidente acabe en tragedia. Ese mismo día, la corporación municipal se reunió de forma secreta y expulsó a Unamuno. El proponente, el concejal Rubio Polo, reclamó su expulsión "...por España, en fin, apuñalada traidoramente por la pseudo-intelectualidad liberal-masónica cuya vida y pensamiento [...] sólo en la voluntad de venganza se mantuvo firme, en todo lo demás fue tornadiza, sinuosa y oscilante, no tuvo criterio, sino pasiones; no asentó afirmaciones, sino propuso dudas corrosivas; quiso conciliar lo inconciliable, el Catolicismo y la Reforma; y fue, añado yo, la envenenadora, la celestina de las inteligencias y las voluntades vírgenes de varias generaciones de escolares en Academias, Ateneos y Universidades".[4] El 22 de octubre, Franco firma el decreto de destitución de Unamuno como rector.[5]

Los últimos días de vida (de octubre a diciembre de 1936) los pasó bajo arresto domiciliario en su casa, en un estado, en palabras de Fernando García de Cortázar, de resignada desolación, desesperación y soledad.[1] A los pocos días, el 20 ó 21 de octubre, en una entrevista mantenida con el periodista francés Jérôme Tharaud (común y erróneamente atribuida al escritor Nikos Kazantzakis):
Tan pronto como se produjo el movimiento salvador que acaudilla el general Franco, me he unido a él diciendo que lo que hay que salvar en España es la civilización occidental cristiana y con ella la independencia nacional, ya que se está aquí, en territorio nacional, ventilando una guerra internacional. (...) En tanto me iban horrorizando los caracteres que tomaba esta tremenda guerra civil sin cuartel debida a una verdadera enfermedad mental colectiva, a una epidemia de locura con cierto substrato patológico-corporal. Las inauditas salvajadas de las hordas marxistas, rojas, exceden toda descripción y he de ahorrarme retórica barata. Y dan el tono no socialistas, ni comunistas, ni sindicalistas, ni anarquistas, sino bandas de malhechores degenerados, excriminales natos sin ideología alguna que van a satisfacer feroces pasiones atávicas sin ideología alguna. Y la natural reacción a esto toma también muchas veces, desgraciadamente, caracteres frenopáticos. Es el régimen del terror. España está espantada de si misma. Y si no se contiene a tiempo llegará al borde del suicidio moral. Si el miserable gobierno de Madrid no ha podido, ni ha querido resistir la presión del salvajismo apelado marxista, debemos tener la esperanza de que el gobierno de Burgos tendrá el valor de oponerse a aquellos que quieren establecer otro régimen de terror. (...) Insisto en el sagrado deber del movimiento que gloriosamente encabeza el general Franco es salvar la civilización occidental cristiana y la independencia nacional, ya que España no debe estar al dictado de Rusia ni de otra potencia extranjera cualquiera, puesto que aquí se está librando, en territorio nacional, una guerra internacional. Y es deber también traer una paz de convencimiento y de conversión y lograr la unión moral de todos los españoles para reestablecer la patria que se está ensangrentando, desangrándose, envenenándose y entonteciéndose. Y para ello impedir que los reaccionarios se vayan en su reacción más allá de la justicia y hasta de la humanidad, como a las veces tratan. Que no es camino el que se pretenda formar sindicatos nacionales compulsivos, por fuerza y por amenaza, obligando por el terror a que se alisten en ellos, ni a los convencidos ni convertidos. Triste cosa sería que el bárbaro, anti-civil e inhumano régimen bolchevístico se quisiera sustituir con un bárbaro, anti-civil e inhumano régimen de servidumbre totalitaria. Ni lo uno ni lo otro, que en el fondo son lo mismo.

Y a los pocos días, en esta ocasión sí con Kazantzakis:
En este momento crítico del dolor de España, sé que tengo que seguir a los soldados. Son los únicos que nos devolverán el orden. Saben lo que significa la disciplina y saben como imponerla. No, no me he convertido en un derechista. No haga usted caso de lo que dice la gente. No he traicionado la causa de la libertad. Pero es que, por ahora, es totalmente esencial que el orden sea restaurado. Pero cualquier día me levantaré -pronto- y me lanzaré a la lucha por la libertad, yo solo. No, no soy fascista ni bolchevique; soy un solitario.
Plaza de Unamuno, en su barrio natal, durante el homenaje anual que le rinde el Ayuntamiento de Bilbao

El 21 de noviembre, escribe a Lorenzo Giusso:[1]
La barbarie es unánime. Es el régimen de terror por las dos partes. España está asustada de sí misma, horrorizada. Ha brotado la lepra católica y anticatólica. Aúllan y piden sangre los hunos y los hotros. Y aquí está mi pobre España, se está desangrando, arruinando, envenenando y entonteciendo...

Murió en su domicilio de Salamanca el 31 de diciembre de 1936, de forma repentina, en el transcurso de la tertulia vespertina que mantenía regularmente con un par de amigos. A pesar de su virtual reclusión, en su funeral fue exaltado como un héroe falangista.[2] A su muerte, Antonio Machado escribió:[1]
Señalemos hoy que Unamuno ha muerto repentinamente, como el que muere en la guerra. ¿Contra quién? Quizá contra sí mismo.

La Reflexion:

La gente creyente dispone toda su fe en Dios por que busca consuelo y por que creen que hay una vida despues de la muerte como recompensa a la mala vida que hay en este mundo ,Para los católicos, la muerte forma parte de la vida; no es una ruptura especialmente importante. Nosotros nos fiamos de Jesús que dio su vida por nosotros para que nosotros tengamos vida eterna.
Creemos que Jesús resucitó y también nosotros resucitaremos con Él.

La gente no creyente dispone su fe en los amigos , la familia , en la casualidad, en la ciencia ......No creo que los ateos crean que hay una vida despues de la muerte mas bien creo que su concepto de de la muerte es como algo natural de la vida.

domingo, 18 de enero de 2009

Ciudad de Dios

1.1Resumen de la película:


“Buscapé” tiene 11 años y es sólo un niño más en Cidade de Deus, un suburbio de Río de Janeiro. Tímido y delicado, observa a los niños duros de su barrio, sus robos, sus peleas, sus enfrentamientos diarios con la policía. Ya sabe lo que quiere ser si consigue sobrevivir: fotógrafo. “Dadinho”, un niño de su misma edad, se traslada al barrio. Sueña con ser el criminal más peligroso de Río de Janeiro y empieza su aprendizaje haciendo recados para los delincuentes locales. Admira a “Cabeleira” y su pandilla, que se dedica a atracar los camiones del gas y hacen otros pequeños robos armados. “Cabeleira” da a “Dadinho” la oportunidad de cometer su primer asesinato. El primero de muchos.

“Buscapé” sigue estudiando, trabaja de vez en cuando, y camina por la estrecha frontera que separa el crimen de la vida “honesta”. Dadinho ya tiene una pequeña pandilla y grandes ambiciones. Cuando descubre que el tráfico de cocaína es muchísimo más rentable que el robo se pone a reorganizar su negocio, que pronto florece.

Tras unos intentos de robo fallidos, “Buscapé” finalmente consigue una cámara y así hace realidad el sueño de su infancia. “Dadinho” también ha hecho realidad su sueño: a los 18 años es conocido como “Zé Pequeño”, el narcotraficante más temido y respetado de Río. Su palabra es ley en Cidade de Deus. Rodeado por sus amigos de la infancia y protegido por un ejército de niños de entre 9 y 14 años, nadie le disputa el poder. Hasta que aparece “Manu Galinha”. Un cobrador de autobús que fue testigo de la violación de su novia, decide vengarse matando a “Zé Pequeño”. Empieza a correr la noticia y casi de la noche a la mañana un grupo de niños con la misma idea forma un ejército armado. Estalla la guerra en Cidade de Deus

1.2 La afición del protagonista: Hacer fotos con la cámara.
Su afición comienza cuando empieza hacer fotos a la banda de Zé pequeño y expone sus fotos
en el periódico. Esto conduce a que la gente conozca lo que pasa en Cidade de Deus.

1.3 Ciudad de dios resulta un fresco social, una película de iniciación y también una película apocalíptica. La durísima realidad de las favelas y los barrios mas cadenciados de Brasil.

1.4 Mi opinión sobre el titulo de la película es que no tiene que ver nada con la película por que en Cidade de Deus es todo un caos roban, matan, trafican etc.

1.5 Yo creo que la violencia no esta justificada en la película por que la violencia conduce a mas violencia y acaba siendo un caos del que no sales como le ocurrió al protagonista. Dicen que entre tanto mal siempre queda algo de esperanza yo supongo que algo habrá pero con tanto caos parece escasa .Yo pienso que cada uno ya tiene el destino escrito y como le ha pasado al protagonista que a terminado donde a empezado